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Viaje a Yunnan. Día 2: Lijiang, Baisha y Suhe

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Tras el primer día en el que vimos Shangri-La y la Garganta del Tigre, nos levantamos pronto decididos a visitar los alrededores de Lijiang en bici. Pedaleamos 5minutos y decidimos parar a desayunar en un café en el que vimos varias pasteles de estilo francés en el mostrador. Subimos a la terraza, desde la que teníamos unas bonitas vistas de los tejados y esperamos tranquilamente a que nos trajeran nuestros combos de desayuno. Desde luego China no es apta para impacientes, tardaron más de 45 minutos, pero todo estaba muy rico. Nos lo tomamos con calma, disfrutando del momento, nos dijimos “estamos de vacaciones ¿por qué tener prisa?”

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Café, huevos fritos, bacon, creps, yogurt, fruta, ¡all in!

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Después de desayunar compramos unas gorras y crema para el sol (que resultó ser un fiasco) y pasamos con nuestras bicis por el centro de la parte antigua de Lijiang. La ciudad, para muchos una de las más bonitas de China, nos encantó. El centro histórico es peatonal con calles empedradas, canales y puentes, casitas de estilo chino, árbolitos… No permiten entrar coches y se ha mantenido el estilo arquitectónico antiguo en las casas nuevas, renovando además las más antiguas. Lijiang es una China idílica: limpio, ordenado, con encanto y muy bonito. Las únicas pegas que le encontramos es que quizá sea demasiado turístico (y según la época sus calles pueden estar algo masificadas), hay tiendas por todas partes y algunas construcciones nuevas parecen algo falsas. Aunque es quejarse por quejarse, ójala todos los pueblos en China fueran así:

Saliendo del pueblo vimos un pantano y estuvimos a punto de darnos un chapuzón:

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Una vez salimos de Lijiang nos fuimos en dirección a un pueblo que estaba en el Norte. En nuestro mapa parecía que no estaba muy lejos, pero fue un tremendo error ¡estaba a más de 15kms! Así que acabamos rebentados pedaleando a pleno sol y viendo que no llegábamos a ninguna parte. El paisaje era bonito, con montañas nevadas en el horizontes y campos con animales pastando:

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Aquí Jose preguntando dónde estaba el pueblo maldito:

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Total que llegado un punto, tras varias horas de pedaleo, la carretera que llevaba al pueblo se volvía cuesta arriba. En este punto las chicas, Maite y Laura, decidieron que no merecía la pena del esfuerzo y que preferían esperar abajo mientras nosotros subíamos a ver qué tal. Subimos como pudimos y vimos a lo lejos los tejados de las casas del pueblo:

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Pasada esta puerta había que pagar para entrar. Compramos agua, unas almendras y bajamos de nuevo:

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Volvimos donde estaban las chicas y paramos una furgoneta en la carretera. Les preguntamos si nos podían llevar al siguiente pueblo (Baisha) por 3 o 4 euros y les pareció bien. Así que subimos las bicis y nos llevaron al siguiente pueblo. De camino mantuvimos una entrenenida conversación con ellos. Estaban sorprendidos de que pudiéramos hablar chino y no paraban de reírse de todo lo que decíamos.

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Míralos que majos:

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Finalmente llegamos a Baisha, un pueblo muy pequeño, bastante auténtico y con encanto. Vimos algún que otro hostal de backpackers, unas pocas tiendas y restaurantes. Dentro de unos años seguro que estará irreconocible, pero por el momento es un pueblo muy entrañable. Comimos de lujo en un restaurante (como no, a petición de Jose pedimos varios platos de carne de Yak) muy bien de precio. Tras la comida dimos una vuelta por el pueblo, compramos cuatro chorradas y una vez descansados nos fuimos en bici al siguiente pueblo (Suhe). Algunas fotos en Baisha:

Por la tarde tranquilamente llegamos al siguiente pueblo, Suhe. Es otro pueblo muy bonito, parecido a Lijiang pero más pequeño y tranquilo. Casas de estilo tradicional, pequeños canales y una zona de restaurantes con un pequeño lago. Al principio planeamos pasar una noche aquí y otra en Lijiang, pero por la pereza de tener que mudarnos tantas veces al final dormimos dos noches en Lijiang. Algunas fotos que hice paseando por Suhe:

Se estaba haciendo de noche por lo que subimos de nuevo a las bicis y volvimos a nuestro hostal en Lijiang. Descansamos un rato, nos pegamos una ducha y salimos a cenar. Lijiang de noche es incluso más bonito que de día, con sus farolillos y sus reflejos en los canales, los puentes iluminados…. Es una ciudad muy romántica:

Teníamos pensado salir a tomar algo, pero después de todo el día pedaleando arriba y abajo estábamos muertos. Al día siguiente debíamos levantarnos pronto para viajar a Dali, la última etapa de nuestro viaje por Yunnan. Paseamos por Lijiang hasta el hostal y nos fuimos a dormir.

Fue un día muy completo, aunque nos dio algo de pena no poder pasar más tiempo en la zona. Como ya he comentado alguna vez, tanto los pueblos como los paisajes de Yunnan te invitan a quedarte durante tiempo indefinido. No hay “cosas para ver” como en otros destinos en los que es obligado ver éste o aquel monumento, sino que son lugares en los que evadirse del ajetreado mundo exterior, olvidarse del tiempo y ver el sol perderse por el horizonte mientras saboreas un café. Pasear sin rumbo por callejuelas empedradas, perderse con la bici entre paisajes de ensueño y dormir feliz soñando poder seguir un día más en Yunnan.


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